Las desembocaduras de muchos ríos podrían ofrecer una valiosa fuente de energía renovable, a juzgar por los alentadores resultados de una investigación realizada por ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos.
El equipo de Leonardo Banchik ha evaluado la viabilidad de un método emergente de generación de energía eléctrica, conocido como ósmosis por presión retardada (PRO, por sus siglas en inglés), y que aprovecha la energía del gradiente de salinidad allá donde el agua dulce de un río se topa con el agua salada del mar. En principio, un sistema de ósmosis por presión retardada tomaría el agua del río y el agua marina a ambos lados de una membrana semipermeable.
A través de ósmosis, el agua de la corriente menos salada pasaría a través de la membrana, hacia el lado pre-presurizado más salado, creando un flujo que podría ser enviado hacia una turbina para generar energía eléctrica.
Banchik y sus colaboradores han desarrollado ahora un modelo para evaluar el rendimiento y las dimensiones óptimas de sistemas grandes de ósmosis por presión retardada. En general, los investigadores han constatado que cuanto más grande es la membrana de un sistema, más energía se puede producir, pero solo hasta cierto punto. Esperanzadoramente, el 95 por ciento de la máxima potencia de salida de un sistema puede ser generada usando sólo la mitad o menos de la máxima área de la membrana. Esto es importante porque reducir el tamaño de la membrana necesaria para producir la energía disminuiría mucho, a su vez, el coste inicial de construir una planta de ósmosis por presión retardada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario